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El poder protector de la PEA y el sistema inmunológico

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Uno de los compuestos nutricionales más interesantes que ha surgido en el siglo XXI es la palmitoilletanolamida (PEA). Esta sustancia grasa, que ya es utilizada por más de un millón de personas en todo el mundo como suplemento alimenticio, pertenece a la familia de los lípidos activos biológicamente que produce el organismo y que ayudan a regular las funciones celulares. La PEA fue identificada hace más de 60 años como un factor biológico activo cuando se aisló a partir de extractos del cerebro, el hígado y los músculos de ratas y conejillos de indias. Más tarde se descubrió que era un factor nutricional presente en la yema de huevo de gallina, el aceite de oliva, la lecitina de cártamo y soya, la harina de cacahuete y algunos otros alimentos. La PEA se ha usado como un suplemento alimenticio para aumentar el suministro de este valioso compuesto en el cuerpo.

¿Cómo actúa la PEA en el cuerpo humano?

La PEA se produce de forma natural en el cuerpo humano, donde funciona de forma concertada con el sistema endocannabinoide o ECS1.1 El ECS sirve como conductor principal, ya que envía mensajes químicos y desencadena acciones biológicas en todo el cuerpo que son fundamentales para la salud y el bienestar. El resultado de este frágil acto de equilibrio es crear la homeostasis, que es el impulso interno de cada célula y de todo nuestro sistema para mantener el equilibrio y promover la salud dentro de su entorno interno, incluso cuando se enfrentan a cambios externos.

La PEA en sí misma se conoce como “molécula prorresolutora de señalización de lípidos”. Lo que este término significa es que la PEA actúa a través de mecanismos de control central que influyen en nuestras células, donde tiene la capacidad de resolver los factores que conducen a la tensión e inflamación celular. Este efecto sumamente beneficioso ha quedado demostrado en más de 600 investigaciones científicas, incluido el uso como suplemento alimenticio en más de 20 ensayos clínicos doble ciego en humanos.2 

La PEA no actúa como un fármaco para tratar las condiciones de salud en sí. En vez de ello, tomar PEA como un suplemento nutricional preformado constituye simplemente una estrategia para garantizar que haya niveles adecuados dentro de las células en todo el organismo, especialmente durante lo que aparentemente son momentos de mayor necesidad. Existen situaciones similares con otros “nutrientes condicionalmente esenciales” como la coenzima Q10el ácido alfa-lipoicola carnitina y muchos otros compuestos que son necesarios para los procesos corporales normales. Algunas afecciones hacen que el cuerpo no produzca suficientes niveles de estos compuestos o que aumente la demanda de los mismos.

La PEA ejerce lo que se conoce como efecto citoprotector. Esto significa que protege a las células frente a los daños. Ejerce este efecto no solo mediante las funciones celulares centrales, sino también en la matriz grasa de las membranas celulares. En un estudio sin precedentes realizado en 1973 con ratones alimentados con PEA, se demostraron cambios estructurales y funcionales en las membranas celulares de las células hepáticas, así como en las membranas de las mitocondrias celulares, los compartimentos productores de energía de las células.3 Una vez incorporada en las membranas celulares, la PEA logró proteger mejor a las células y a las mitocondrias frente a los daños. Este estudio desembocó en investigaciones exhaustivas realizadas por otros investigadores que demostraron que cuando las células presentan daños o carecen de un suministro suficiente de oxígeno, el organismo trata de compensar dicho daño fabricando más PEA para que pueda incorporarse a las membranas celulares para su protección y mejor funcionamiento. Este efecto básico de la PEA ha quedado eclipsado por su papel como “molécula prorresolutora de señalización de lípidos”, pero sigue siendo muy importante en cuanto a sus beneficios generales para la función celular.4 

¿Cómo influye la PEA en la salud inmunológica?

Las acciones de la PEA en todas las células inmunes del organismo son fundamentales para todos los aspectos de la función celular mediante el efecto en los receptores conocidos como receptores activados por proliferadores de peroxisomas (PPAR). Estos compuestos forman un grupo de proteínas receptoras nucleares que funcionan regulando la expresión de los códigos genéticos de la célula. En otras palabras, los PPAR actúan como el “software” que le dice al “hardware o computadora” de nuestra célula, nuestro ADN, qué hacer en términos de expresión del código genético para fabricar sustancias químicas que la célula utilizará para regular su función. Los PPAR desempeñan un papel decisivo en todas las funciones celulares, como el metabolismo y la producción de energía. En el cerebro, los PPAR influyen en la función mental y el estado de ánimo. Su efecto de apoyo a la función del sistema inmunológico es fundamental para equilibrar la respuesta a una infección o inflamación.2,4

Se ha estudiado la PEA por su capacidad para ayudar a la salud inmunológica y a la función del tracto respiratorio en cinco ensayos clínicos doble ciego controlados por placebo entre 1971 y 1975.5 Lo que parece haber sucedido es que después de este tiempo las áreas de investigación sobre la PEA pasaron de brindar apoyo al cuerpo durante los procesos de infección a centrarse en el papel de la PEA durante la inflamación. Sin embargo, estos procesos comparten muchas características fisiológicas subyacentes comunes. A veces reflejan dos caras de la misma moneda. Por ejemplo, se ha demostrado que la PEA tiene algunos efectos sorprendentes en cuanto al apoyo a la salud mental, ya que actúa sobre las células inmunitarias responsables de eliminar los desechos celulares del cerebro, lo que reduce la inflamación y mejora la función de las células cerebrales.6 Lo mismo puede decirse de sus efectos sobre los macrófagos, los enormes glóbulos blancos de los tejidos que engullen y destruyen los microorganismos y las partículas de materia.7

El primer estudio clínico en humanos sobre la PEA y la salud inmunológica se realizó con un total de 444 empleados de la fábrica de automóviles Skoda en Checoslovaquia. La dosis de PEA en el estudio fue de 600 mg tres veces al día (dosis total diaria de 1800 mg de PEA) durante 12 días. Se evaluó a estos voluntarios si experimentaban algún síntoma que pudiera indicar la existencia de problemas en las vías respiratorias, como dolor de garganta, congestión o secreción nasal, o tos productiva o seca, así como síntomas asociados como fiebre, dolor en las articulaciones, malestar y fatiga. Los resultados demostraron que los sujetos que recibieron PEA tuvieron un número menor de episodios de síntomas en comparación con el grupo de placebo. La PEA tuvo menos efecto sobre los síntomas del tracto respiratorio como la congestión nasal, la secreción y la tos, pero los síntomas asociados como la fiebre y el dolor se redujeron de manera considerable en un 45,5 % en el grupo de PEA en comparación con el grupo de placebo.8 

En el segundo estudio de PEA sobre la salud inmunológica, 899 voluntarios sanos de entre 18 y 20 años de edad de una unidad del ejército recibieron PEA o un placebo durante 9 semanas. Los soldados se seleccionaron porque se alojan juntos y son más susceptibles a los brotes de un problema inmunológico. La dosis fue de 600 mg de PEA tres veces al día durante las primeras 3 semanas, después de las cuales se inició una fase complementaria que consistía en una dosis única de 600 mg una vez al día durante 6 semanas. Los resultados demostraron que el número total de días de enfermedad se redujo de manera considerable en el grupo de PEA, un 40 % menos en la semana 6 y un 32 % menos en la semana 8 en comparación con el grupo de placebo.9 

Con el fin de corroborar las conclusiones, se realizaron 3 ensayos más en soldados entre 1973 y 1975. En los tres ensayos se demostró un apoyo significativo al sistema inmunológico, según se confirmó en la evaluación clínica, así como en las mediciones de sangre en estos soldados. Todos estos ensayos clínicos concluyeron que la PEA tiene beneficios evidentes para la salud sin ningún efecto secundario registrado.8 

¿Qué es una tormenta de citoquinas?

Durante una infección, el sistema inmunológico responde aumentando la producción de muchos compuestos de señalización conocidos como citoquinas. En algunas infecciones particularmente virulentas, el sistema inmunológico produce en exceso estos compuestos para generar lo que se conoce como “tormenta de citoquinas”. Esta respuesta inmunológica excesiva puede tener consecuencias graves. Una tormenta de citoquinas representa un sistema inmunológico descontrolado que comienza a atacar y matar todo lo que está a la vista, incluidas nuestras células humanas sanas. 

Los virus son astutos en el sentido de que para sobrevivir necesitan encontrar refugio en las células humanas para reproducirse. Fuera de las células infectadas, los virus son objetivos más fáciles de neutralizar para nuestro sistema inmunológico. En el interior de las células humanas, el sistema inmunológico depende de fuerzas especiales en forma de glóbulos blancos conocidos como células T citotóxicas y células asesinas naturales (NK). Estas fuerzas especiales llegan mediante las citoquinas liberadas por otros glóbulos blancos. Las células T citotóxicas y las células NK deambulan por el cuerpo y tratan de destruir las células infectadas que piden ser eliminadas químicamente liberando sus propias señales. Así es como se supone que funcionan las cosas, pero en una tormenta de citoquinas, el sistema inmunológico está tan sobreestimulado por la sobrecarga de citoquinas que comienza a destruir todo con lo que entra en contacto. Las células inmunológicas no pueden diferenciar entre una célula infectada y una sana. Esto produce una inflamación masiva y a la destrucción de tejidos que puede, a su vez, provocar neumonía, disfunción de órganos y muchas veces la muerte. .

¿Puede la PEA favorecer el equilibrio en la respuesta inmunitaria?

Como se describió anteriormente, la PEA actúa para proteger a las células frente a los daños y afecta los mecanismos de control central dentro de las células, incluidas las que producen citoquinas, células T y NK. La PEA es reconocida ampliamente por su capacidad para ayudar al equilibrio normal en la respuesta inflamatoria del sistema inmunológico. Esta acción equilibrante se relaciona no solo con sus efectos sobre los PPAR, sino también con la fabricación y secreción de citoquinas y otros compuestos relacionados con la inflamación. Su capacidad para amortiguar o modular los efectos de las citoquinas podría resultar útil para mantener la función del sistema inmunológico durante los momentos en que éste se ve amenazado.10,11

Dosis recomendada de PEA

En los últimos estudios se ha usado una dosis de PEA de 300 a 600 mg dos veces al día. La dosis usada en algunos de los primeros estudios fue de hasta 600 mg tres veces al día. En ninguno de los estudios se hubo efectos secundarios ni interacciones con otros medicamentos. La PEA es totalmente inocua y no tóxica.

Referencias:

  1. Tsuboi K, Uyama T, Okamoto Y, Ueda N. Endocannabinoids and related N-acylethanolamines: biological activities and metabolism. Inflamm Regen. 2018 Oct 1;38:28. 
  2. Petrosino S, Di Marzo V. The pharmacology of palmitoylethanolamide and first data on the therapeutic efficacy of some of its new formulations. Br J Pharmacol. 2017 Jun;174(11):1349-1365.
  3. Obermajerova H, Masek K, Seifert J, Buchar E, Havlik L. Structural and functional changes in liver mitochondria of mice fed palmitoylethanolamide (PEA) Biochem Pharmacol. 1973;22:2529–2536.
  4. Hesselink JM. Evolution in pharmacologic thinking around the natural analgesic palmitoylethanolamide: from nonspecific resistance to PPAR-α agonist and effective nutraceutical. J Pain Res. 2013 Aug 8;6:625-34. 
  5. Hesselink JM, Boer T, Witkamp RF. Palmitoylethanolamide: A Natural Body-Own Anti-Inflammatory Agent, Effective and Safe against Influenza and Common Cold. Int J Inflam. 2013; 2013: 151028.
  6. Skaper SD, Facci L, Giusti P. Glia and mast cells as targets for palmitoylethanolamide, an anti-inflammatory and neuroprotective lipid mediator. Mol Neurobiol. 2013 Oct;48(2):340-52.
  7. Pontis S, Ribeiro A, Sasso O, Piomelli D. Macrophage-derived lipid agonists of PPAR-α as intrinsic controllers of inflammation. Crit Rev Biochem Mol Biol. 2016;51(1):7-14.
  8. Masek K, Perlik F, Klima J, Kahlich R. Prophylactic efficacy of N 2 hydroxyethyl palmitamide (Impulsin) in acute respiratory tract infections. European Journal of Clinical Pharmacology. 1974;7(6):415–419. 
  9. Kahlich R, Klima J, Cihla F, et al. Studies on prophylactic efficacy of N-2-hydroxyethyl palmitamide (Impulsin) in acute respiratory infections. Serologically controlled field trials. Journal of Hygiene Epidemiology Microbiology and Immunology. 1979;23(1):11–24. 
  10. Berdyshev EV, Boichot E, Germain N, Allain N, Anger JP, Lagente V. Influence of fatty acid ethanolamides and delta9-tetrahydrocannabinol on cytokine and arachidonate release by mononuclear cells. Eur J Pharmacol. 1997 Jul 9;330(2-3):231-40.
  11. Orefice NS, Alhouayek M, Carotenuto A, et al. Oral Palmitoylethanolamide Treatment Is Associated with Reduced Cutaneous Adverse Effects of Interferon-β1a and Circulating Proinflammatory Cytokines in Relapsing-Remitting Multiple Sclerosis. Neurotherapeutics. 2016 Apr;13(2):428-38.

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